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Caos en el imperio: Trump es el nuevo Guaidó



Caos en el imperio: Trump es el nuevo Guaidó

por Ricardo Milla Toro

Lo ocurrido el miércoles afueras del Capitolio, primero, y dentro de este, después, es muestra de la enfermedad social que se hace más visible que antes. Esa patología social es la del fanatismo epistémico-político de la derecha conservadora.

Los principios epistemológicos, esto es, los principios desde donde entendemos las cosas, las damos por válidas y nos permite relacionarnos con ellas; estos principios nos indican que asumir algo por verdadero sin contrastarlo con las evidencias de la realidad material es una acción bastante temeraria, pues muy probablemente lo que se asume como verdadero, tal vez, no lo es. Además, creerlo como cierto hasta el punto en que se hace una autojustificación para negar o condenar otros discursos distintos al suyo, hace patológico este fanatismo epistémico-político.

No es solo no reconocer que algo que es de tal modo es de tal modo, pues la comprobación inmediata de la experiencia es tautológica. Este gato es negro, porque veo un gato negro. Nos referimos a algo más elaborado, pues incluye en esa constatación empírica, o en su falta, la realidad social y sus implicaciones éticas.

En los partidarios de Trump hay muchos que encajan con el perfil descrito. Asumen como verdades y certezas ciertas teorías conspirativas que no tienen mayor sustento que lo que estas mismas teorías dicen. El trabajo mínimo de filtrar la información que se recibe contrastándola con otras fuentes y llegar a tener evidencias, al menos mínimamente plausibles, para afirmar lo que se afirma, es lo ausente en la narración de estas personas.

Una persona que no sabe algo pero que cree saberlo, esa es una persona bastante arrogante y dogmática con aquello que cree saber. Mientras que quien es consciente que hay mucho que no sabe, y sabe que no sabe, lo que sabe, lo toma con cuidado. Los actos de violencia no son sino muestra de la consecuencia de alimentar esta dogmática fanática.

Si bien el presidente Trump no se ha “autoproclamado” presidente (todavía), como sí lo hiciera ridículamente Juan Guaidó en Venezuela, la situación de no reconocer la legitimidad de los resultados de las elecciones es bastante similar. Considerando que en las elecciones gringas no hubo una campaña mediática ni gubernamental de deslegitimización de las mismas como sí hicieron en 2018, y ahora en 2020, con las elecciones venezolanas.

Una profundización de los principios epistemológicos en la sociedad, en sus instituciones y las prácticas que de ellas se desprenden, haría que se supere la patología social descrita.

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