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El futuro se ve rojo o del socialismo chino


por Ricardo Milla Toro

El Comité Central del Partido Comunista de China está por reunirse en las siguientes semanas. Los cambios que se plantearían en el campo económico ya se han ido conociendo.

Desde que el PPCh decidió abrirse a una economía que tome el poder del capitalismo de modo centralizado, esto es, en 1978 con Deng Xiaoping, China ha presentado un crecimiento económico sin precedentes. Esta es la base para el socialismo con características chinas que actualmente sigue los lineamientos del pensamiento Xi Jiping, que tiene como corazón el materialismo dialéctico con raigambre en el marxismo-leninismo.

Así, el PPCh está listo para un nuevo giro en su economía. Vistas las sanciones de la administración de Trump y la crisis sanitaria global, China optaría por una economía dual en la que progresivamente se deje de depender de las importaciones y se produzca tales productos en la industria interna. De este modo, China se podría volver en una nación de economía autosuficiente.

Siguiendo unas características específicas que buscan el avance sostenido del socialismo, el PPCh buscará tener mayor presencia en las empresas no-estatales (nombre que llevan las empresas que en occidente se conocen como “privadas”). Esto viene de la mano del pensamiento de Xi Jinping en tener mayor influencia ideológica en todos los niveles de acción tanto político-social como económica. Se insiste en una educación en el marxismo-leninismo, pues las generaciones actuales no pasaron ni por la Revolución Cultural ni por la apertura de mercado.

China estaría por impulsar de manera más agresiva la producción nacional, de modo que las importaciones sean menores, el consumo de productos nacionales crezca, así como las exportaciones. Como ha afirmado Xi Jiping, la finalidad es obtener mayor riqueza en la población china, o sea, que China se enriquezca.

En una declarada dictadura del proletariado, el gigante asiático se va mostrando cada vez más ante el mundo como una alternativa al neoliberalismo capitalista que se ve encarnado en el imperialismo angloestadounidense. Lo que hay en China, aunque a muchos libertarios y socialistas liberales les provoque escozor, es socialismo, no capitalismo. El desarrollo de las fuerzas productivas para la mejora de la calidad de existencia material de la población es el punto central en el socialismo con características chinas, donde el capitalismo es absorbido de manera dialéctica.

De ser exitoso los planes “autárquicos” de China socialista, un nuevo eje de influencia geopolítica, económica e ideológica se alzaría con una fuerza tan deslumbrante como lo fue la URSS en el siglo pasado. A este le teme EE.UU. y la Unión Europea, pues hay un fantasma que está recorriendo el mundo, el fantasma del comunismo.

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