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La promesa de la derecha (que no cumplirá)



La promesa de la derecha (que no cumplirá)

por Ricardo Milla Toro No es novedad decir que la gente está harta de la realidad económica, social y política del país. Se ve en la calle, se respira en redes sociales. Esto se traduce en la intención de voto. Ninguno de los candidatos que “lideran” las encuestas es un defensor del modelo actual, salvo por Keiko o De Soto, pero incluso Keiko habla de un cambio total y de “mano dura”. Desde hace dos décadas el peruano está harto del político tradicional y quiere algo nuevo, una esperanza para mejorar un poco.

Por eso, todo el que prometa destruir a los corruptos, darle más dinero a la gente y castigar a los malos empresarios (aunque sin tocar mucho el modelo económico) será el que tenga más oportunidades de llevarse estas elecciones. En ese sentido, es cómo si las propuestas sean de izquierda, pero en el fondo no. Dejar el modelo neoliberal, pero hacer una revolución.

Así, se debe castigar a los malos empresarios, pero dejando en claro que todos podemos ser ricos si nos esforzamos, que el problema no es que el modelo no solo no da las mismas oportunidades, sino que no apunta a los mismos resultados. En este “argumento” el problema son los malos elementos y no la totalidad.

Igual se dice respecto al Estado. Todo el problema es la corrupción y la desorganización. Entonces, el Estado hace mal porque es inmoral y mal gestor. En vez de fortalecer el Estado, se quiere que este solo vea y no haga nada, dejando todo al mercado.

Si quitamos a los malos empresarios y sin corrupción en el Estado, entonces todos viviríamos en el paraíso “liberal” que prometen estos candidatos.

Sinceramente creo que es un engañamuchachos. Nos quieren ver la cara.

No creo que el electorado sea electarado. Eso se demuestra en la gran mayoría de personas que no tienen candidato. O que el primer puesto llegue solo al 11%. La gente ya no quiere caer en ese cuento, en el cuento de a menos Estado y más mercado, porque es falso.

Los mejores países tienen un Estado fuerte, que regula el mercado, que protege al pueblo, que poner el poder político por encima del poder económico. Solo así habrá empresas y Estado sin corrupción. Para ello, hay que reformar todo el Estado, haciendo de sus instituciones las más fuertes y que estén realmente de cara al ciudadano. Ante tanto abuso de las empresas, por no pagar los sueldos que debe, por no poner en planilla a sus trabajadores, por no proponer una ley del trabajo, pues están bien jugando con la informalidad; en fin, ante tanta mentira del sector privado, necesitamos un Estado fuerte, uno que nos represente.

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